lunes, 20 de abril de 2009

30 de abril 20:30 hs hotel B.A.U.E.N. Presentación



CORREPI invita a la presentación del libro de nuestra compañera María del Carmen Verdú :Represión en democracia."De la primavera alfonsinista" al "gobierno de los derechos humanos". Ediciones Herramientas.

"El libro de María del Carmen Verdú es como una liberación, porque descubre los mecanismos de la dominación. Expone hechos y razonamientos con gran claridad y los utiliza para mostrar con contundencia las trampas y encubrimientos de las diabólicas "historias oficiales", preparadas por las policías y mantenidas por los tribunales, en el marco de la nefasta "guerra contra la delincuencia". Desde el entendimiento cabal de la política represiva, que atrapa invariable y mayoritariamente a los integrantes de grupos sociales desfavorecidos, permite replantear la búsqueda de la libertad, que no está dada ni mucho menos y que hay que ganarla y defenderla cada día" Ricardo Canaletti, periodista de TN-Canal 13.


Imágenes de la presentación realizada -Fotos:CORREPI y Nicolás Solo por Indymedia

Prefacio de Osvaldo González:

Después de leer este libro, es difícil –a menos que se opte por ser actor de la represión estatal– no mirar nuestro actual entramado institucional y político, y a nuestros gobernantes, como instrumentos de una gran comedia, cuyas palabras mitológicas, justicia, orden, seguridad, derecho, paz, democracia, son sólo una parte más del decorado: telones que encubren una horrible trastienda. Cuando toman tierra las conclusiones del estudio de María del Carmen Verdú, basado en su propia actividad de casi veinte años desde la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional, se ve que la columna sostenedora de tal represión es la clase explotadora del trabajo, la burguesía, que nutrió su vida dominante en el país durante los años de democracia con algunas variaciones formales respecto de las épocas de dictadura, pero sirviéndose siempre de la acción de las fuerzas represivas (militar, policial, etc.), de la Justicia y de la administración penitenciaria, y agregando, en época democrática, el manto de las leyes parlamentarias.

El discurso electoral de Alfonsín, cargado de derechos y garantías constitucionales, no fue óbice para reprimir en Campo de Mayo y masacrar en la Tablada; Menem reprimió con policía y gendarmería en todas las puebladas de los años de su gobierno, asesinando manifestantes en Ushuaia, Salta y Jujuy; el gobierno de la Alianza comenzó con la masacre del puente de Corrientes y siguió reprimiendo hasta asesinar a 38 personas el 19 y 20 de diciembre de 2001; la represión selectiva sobre los militantes siguió con Duhalde y el asesinato de Kosteki y Santillán y continúa en el kirchnerismo, y seguirá después con el gobierno que venga. Al mismo tiempo, cada uno de ellos ha sostenido e incrementado la represión “preventiva” para el pueblo, por medio de las detenciones arbitrarias, gatillo fácil, torturas y muertes en cárceles y comisarías, incluyendo la acción de los escuadrones de la muerte.

La masacre de Ingeniero Budge, la muerte del soldado Carrasco en Neuquén, la detención y muerte de Walter Bulacio, el asesinato por torturas de Sergio Durán en Morón, la masacre de Wilde, etcétera, marcaron el comienzo de importantes movilizaciones contra la policía asesina encabezadas por CORREPI, ninguneada por la izquierda y por las viejas organizaciones de derechos humanos, que no reconocían en esos sucesos la expresión de una política de Estado y reproducían, con variantes, el discurso represor.

En ese camino de denuncia y lucha, CORREPI tuvo que defenderse de muchas presiones. Sus militantes han tenido que enfrentar aprietes, seguimientos, amenazas telefónicas, detenciones y otras formas de persecución política. ¿Cómo no iba a ser así para una organización que tomó la defensa de centenares de casos de asesinatos policiales en el país, destacándose sus militantes por enfrentar nada menos que a la “maldita policía”, a los jueces y a los políticos del capital que la sostienen?

Hubo, también, otras tentaciones. El rechazo a las propuestas para convertirla en una ONG fue, quizás, la más importante salida a una desaparición segura por vía de aceptar los subsidios del Estado para sobrevivir condicionada. Subsidios, justamente, provenientes del Estado mecenas del gatillo fácil y las torturas.

Había subsidios más sutiles, que provenían de la socialdemocracia europea y sus universidades, que muchas organizaciones de derechos humanos de la Argentina han aceptado. Eso sí, teniendo que consentir, por ejemplo, al “paladín de los derechos humanos” en España, al “superjuez” Baltazar Garzón, aclamado por los medios de comunicación y aupado ante la opinión pública española como prototipo de juez honesto, valiente e independiente. Muchas organizaciones de derechos humanos tradicionales se detuvieron a componer sus aparatos con estos subsidios. Así se llegó a convertir en kirchneristas a las Madres de Plaza de Mayo y otras organizaciones, a las que convino colocarse bajo la férula de la subordinación a la política y el dinero oficial.

Pero CORREPI se fortaleció diciendo “no” a los subsidios de la socialdemocracia europea y “no” a Garzón, por conocer que este juez ampara las torturas a todo tipo de presos políticos, en especial a los independentistas vascos, y es pionero en el uso de la política “de DDHH” limitada a las dictaduras de hace 30 o 50 años para ganar consenso en su política represiva actual, que incluye la persecución de organizaciones enteras, el cierre de diarios, radios, y todo organismo vinculado a las luchas populares.

Los que intentaron introducir a CORREPI en los manejos turbios del Estado capitalista y sus partidos, no pararon. ¡Cuantas veces debió rechazar, María del Carmen Verdú, soterradas propuestas para utilizar su rol militante y mediático para colocarse como candidata a diputada o legisladora porteña, o para legitimar organismos estatales de “defensa de los DDHH”!.

Probablemente la batalla más grande por la dignidad de CORREPI, de sus militantes, ha sido la de mantener los principios y la militancia antirrepresiva, de manera honesta, en contra del gobierno kirchnerista. Porque ha sido el gobierno que utiliza el encarcelamiento de algunos militares asesinos, a los que todavía les queda algo de vida, y la inauguración de una que otra plaza y monumento recordatorio de los desaparecidos para sostener su política represiva. Bajo su gobierno, desapareció un testigo de los crímenes de lesa humanidad, Julio López; se han repetido asesinatos en movilizaciones como en los casos Cuéllar, Fuentealba y Erazo; se sumaron los presos políticos, a la vez que se intensificaron los muertos por el gatillo fácil y la tortura, llegando a más de mil de 2003 a 2008.

“La represión en democracia” sintetiza muchos años de experiencia y militancia antirrepresiva. La importancia del libro es la conclusión teórica sobre el Estado represivo y su relación con los partidos “democráticos”. Los partidos del capital han armado un Estado represivo tal, y han puesto un enemigo tal en la mira, que cualquiera sea el que acceda al control de las palancas institucionales, y por más democrático que sea su discurso electoral, una vez asumido, no dejará de aplicar la represión de acuerdo a las necesidades del capitalismo en cada etapa.

Osvaldo González
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domingo, 19 de abril de 2009

Por Walter Bulacio y los más de 2600 pibes asesinados por la represión estatal



Música en su homenaje:




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